Hace un par de meses estuve de paso por Madrid para una lectura de mis poemas. Que Madrid era la Nueva Hialeah fue una impresión formada de lejos y confirmada sobre el terreno, y así lo dije la noche del recital en la Librería Arenales.
Oleada tras oleada y generación tras generación, desde Julio Llópiz-Casal y Gleyvis Coro Montanet hasta José Mario y Annabelle Rodríguez (incluso, ocasionalmente, la proveedora de iniquidades Edith García Buchaca, EPD), la cultura cubana ha ido sedimentándose —por evitar Miami— en las barriadas de la capital española, y es evidente que ha alcanzado un punto de conglomeración.
¿Qué había sucedido en el intervalo que va de abril de 2016, cuando visité la ciudad por última vez, a marzo de 2025, cuando recité en Chamberí? Pues nada menos que la orden de deportación más abarcadora en la historia de la dictadura castrista y tal vez de la historia española desde la Expulsión, si consideramos el castrismo —con el ensayista italiano Loris Zanatta— como la extensión de la antigua monarquía católica.
La tragedia cubana zapatea esas calles de amargura y pasa inadvertida. Ningún madrileño podría distinguir a la académica de la camarera, o al reguetonero del concertista. Los exiliados son sombras, son sobras, y a Madrid sigue sin importarle un bledo la tasa de cambio de las remesas, la lírica cubanoamericana o el último chanchullo de GAESA.
Sobre el principio de desconexión
Observable a simple vista, este principio hace referencia a la ruptura perceptual de eventos contemporáneos trabados políticamente. Lo traigo a colación a propósito de las protestas de los gigas y a la manera en que son tratadas por los medios de comunicación cubanos.
Existen conexiones, para mí obvias, que no se reflejan en los análisis de los expertos ni en las cartas de solidaridad de los individuos preocupados por el nuevo ciclo represivo. Doy ejemplos.
Unas profesoras universitarias acosadas por las tropas de choque de la dictadura usan como medio de comunicación una simple hoja de papel en blanco. Las imágenes son difundidas por los medios de prensa de la emigración, que recientemente perdieron las subvenciones de la USAID y otros apoyos financieros del gobierno estadounidense.
Las imputaciones de derroche y corrupción contra la USAID quedaron en blanco o fueron vetadas directamente en la cobertura de algunos de los periódicos subsidiados. El caso de Samantha Power y su supuesto filocastrismo tampoco fue discutido en profundidad. ¿Hasta qué punto los medios subvencionados debieron pactar con Power y acatar los prejuicios ideológicos liberales?
Pero, aun con todo el dinero de la USAID, ninguno de nuestros periódicos tuvo el alcance de Politico. Las remesas del Departamento de Estado no mejoraron significativamente la calidad de los productos mediáticos del Exilio, que continúan siendo provincianos, monolingües y de interés limitado, a la manera de El Matancero Libre.
El Matancero Libre, publicado en Miami (1966-1991), servía a una comunidad específica y se distribuía gratuitamente en supermercados y máquinas expendedoras. Sus ingresos provenían de las ventas de anuncios a negocios locales. En algún punto de la historia reciente, los editores exiliados perdieron la gracia de los “periodiquitos”. Cuando las académicas hostigadas sostienen el trozo de papel en blanco, los periódicos cubanos replican las imágenes de Facebook e Instagram en circuito cerrado: se predica a los convencidos, cuya influencia es nula más allá de las fronteras de Hialeah.
Por otra parte, las redacciones parecen funcionar como comités centrales reacios a la competencia y la rendición de cuentas. Si un medio cubano deviene obsoleto o insolvente, no existe autoridad que pueda reemplazar a la gerencia vitalicia. Los medios de prensa del Exilio, con pocas excepciones, son entidades inmunes a la crítica, gestionados como las inoperantes empresas estatales castristas.
Gaza avant Gaza
Parecería que los protestantes universitarios no estuvieran al tanto de las protestas de los otros. Entonces, ¿dónde estaban? ¿Tuvieron acceso con sus gigas baratos a los sitios web de Miami y Madrid, o será que esos medios tampoco les dicen nada?
Las profesoras disidentes son asediadas, multadas y vejadas y nadie en la academia cubana llama a un paro o alza un dedo por ellas. Mucho menos en la norteamericana. En Columbia, Princeton y NYU los bandos de gusanos y procastristas están nítidamente delimitados y cada cual es libre de pensar lo que le parezca.
Los profesores exiliados doblan la cerviz, so pena de cancelación y cesantía. Habituados al ambiente coercitivo neocastrista, dan su apoyo a una protesta en la Universidad Marta Abreu, cuando también ellos necesitarían coraje para levantar la voz frente al wokismo, el DEI y la infame disparidad entre profesores titulares y adjuntos. Para no hablar del sentimiento anticubano prevalente en las universidades, donde se predican abiertamente el Cuban Privilege y el chantaje de la gusanera.
¡Toma democracia! Let Cuba Live! Los periódicos de la Diáspora, con todo y su saco de gigas, no han podido convencer al gringo de que el régimen medieval que ejerce el control sobre la academia castrista es también el dueño de los mercados virtuales, las tropas de choque, las casas de cambio y la distribución militarizada de alimentos.
Cuba: c’est Gaza avant Gaza. Pero los americanos están demasiado ciegos para verlo y nuestros instrumentos propagandísticos carecen de la fuerza requerida para impulsar la idea del genocidio cubano, de una franja bombardeada y llena de túneles con una población hambreada y en fuga permanente.
Lo cual no quita para que la Universidad Católica de San Antonio de Murcia ponga en marcha un posgrado en Antropología y Patrimonio con la Universidad de La Habana. A la FEU la tiene sin cuidado la componenda murciana si algunos de sus graduados logran viajar al extranjero. El lema de la nueva Federación es: ¡Ni esta boca es mía!
Existe siempre la posibilidad de quedarse, y en este punto los eruditos no se distinguen de los peloteros. Los gigas sirven también para rellenar planillas y tramitar residencias. Pero lo que le va faltando a Cuba no son gigas, sino cubanos.
Vampirismo demográfico
Desde agosto de 2023, el Proceso de Permisos de Reunificación Familiar Cubano (HFRP) facilitó la hemorragia demográfica. Confundidos en las hordas de desesperados, huyeron represores, fiscales, verdugos, familias completas de carceleros y gendarmes, espías y agentes encubiertos.
¡Todos somos Melody González, y el que esté libre de culpas que lance el primer huevazo!
El Cuban Capacity Building Project de la Universidad de Columbia, ha calculado que entre octubre de 2021 y abril de 2024 la emigración a Estados Unidos alcanzó la cifra de 738,680 cubanos. Si a ello se suman las cantidades “hacia cualquiera de los destinos de las rutas migratorias”, se obtendrá un valor medio de 2,196,363 como saldo migratorio.
El informe concluye que el resultado de la “estampida migratoria” es “una reducción de aproximadamente 17% de la población total del país, un descenso medio anual de 8.5% en el bienio 2022-2023”.
Borrado el 17% de la población… ¡y nadie protesta! En otras palabras: estaríamos peor que Ucrania si incluimos el caso de los médicos esclavos exportados a los cuatro rincones del mundo.
El asunto de las altas tarifas y los tan vapuleados gigas es parte de un problema mayor que sigue siendo pateado calle abajo. El principio de desconexión es responsable de que el estamento academicoski del Exilio cierre filas con el Partido Demócrata incluso en la cuestión migratoria.
Nuestros académicos son culpables de votar a conciencia por el trafico humano. Les meten por los ojos a un viejo esclerótico que sacó de apuros a la dictadura y volverían a elegirlo una segunda y una tercera vez. ¿En qué se diferencian de los coaccionados a quienes dirigen sus cartas de solidaridad?
¡Madrid ladrona!
Los hoteleros españoles deberán ser vistos, en este contexto, con el mismo lente que los colonizadores sionistas. Se roban Cayo Coco y los Jardines de la Reina sin que ningún estudiante de filosofía convoque una manifestación antiborbónica en las escalinatas de la colina universitaria. ¡Qué poco piden los herederos de Mella!
Solo los cubiches expropiados osan mostrar la cara en las cortes y litigar directamente con los ladrones. Cada hotel Meliá se levanta sobre territorio expoliado: ¡Madrid ladrona! debería ser el lema en las pancartas de la FEU.
Hay mil presos políticos en las cárceles cubanas y a ningún bachiller se le ocurre pensar que los gigas y los barrotes están conectados. Recordar que Luis Manuel (¡Estamos superconectados!) y Maykel Osorbo ya casi cumplen cuatro años de prisión y que los protestantes de la Universidad de La Habana no los mencionan entre sus problemas.
El principio de desconexión se manifiesta en otros ámbitos menos obvios, pues, aunque no se diga, las protestas de los gigas, como las del 11-J, son el efecto secundario de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el cierre de la válvula migratoria. El efecto Trump es claustrofóbico y los generales saben lo peligroso que es mantener al castrismo clavado a su sarcófago por demasiado tiempo.
Alguien tendrá que encargarse de reanudar el flujo de caravanas hacia el crematorio demográfico y las fronteras salvajes, ¿y quién mejor que aquel Bruno Rodríguez Parrilla que desde la época de los intelectuales de Paideia se encargó de la muerte cívica de los académicos cismáticos? En estos momentos, el canciller Parrilla ya debe tener la mano en la palanca de la barbacoa humana.
El principio de desconexión obra maravillas, especialmente entre el afuera y el adentro, entre el presente y el pretérito. Y ¿quién duda que si se cierran las rejas de Hialeah, al castrismo siempre le quedará Madrid?
Gracias, Néstor, la verdad se resume cuando un escritor no tiene pelos en la lengua y tiene el valor de presentarnos ideas alternativas y descarnadas perspectivas, sin requisitos ideológicos que lo impidan. Los que intentamos insertarnos en un buen rumbo, en medio del naufragio, evitamos que las emociones, provincianas o no, nos nublen el disenso. Creo que fue el consejo que le dio Almendros a Cabrera Infante. A veces es preferible evitar que la carnada nos trague, cuando se trata del castrismo y sus trampas.
Un comentario agudo y pertinaz, permeado de inteligentes observaciones sarcásticas. ¡Qué triste es todo lo que está pasando con nuestra Patria!