Cult Cuts
Un poema sobre Wallace Stevens y una fiebre pálida de extraños millonarios en piyamas a rayas buscando los orígenes...
Los divinos chicos del proyecto Rialta, que mantienen viva la cultura cubana desde su exilio de terciopelo en las colinas de Querétaro, han tenido la osadía de publicar últimamente mis poemas italianos escritos en español bastardo e inglés de pomo de compota (¡y revisados ochenta veces mientras ellos esperan para subirlos a las redes!). El único poeta que ha captado mi atención indivisa en las últimas décadas, luego de considerar largamente a otros grandes como Ezra Pound, Laura Riding, Coro Montanet, Dolan Mor, Pablo de Cuba, Katherina Bisquet y José Kozer, es el viejo y zapateado Wallace Stevens. Mis últimos poemas están basados en pasajes de su vida, hallados en sus cartas, que no viene al caso aclarar ni consignar en detalle. Personajes de un reparto stevensiano que entran y salen del Canoe Club, de su oficina de Asylum Avenue y de su casona de Westerly Terrace, donde la esposa permanecía oculta de la vista de los escasos visitantes. A Stevens, enorme and businesslike, conocedor del caos, vayan mis versos.
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The giant in burly pantaloons abode alone
Displeased with the world, insisted in the log
Of a colloquy where verbs were frisked metaphors
The lilacs flumped, distorted on his lips, fat and
Unusual the man in business suit. Still
The poet of the Canoe Club munching on cult cuts…